miércoles, 14 de agosto de 2013

Vida diaria de una adolescente



Vida diaria de una adolescente

Camila Rodríguez



Capítulo I
-¡Levantate Julia!- me gritó mamá a las 6:30 am- es tu primer día de clase.
-¡Ya voy!- protesté.
No me emocionaba para nada mi primer día en 2° del liceo, para nada. Ver a las mismas personas, todo igual, volvía a comenzar mi rutina, la única razón por la cual quería volver al liceo era por mis amigas, Agustina y Brenda, que por cierto ya les hablaré mas adelante de ellas.
Me levanté corriendo al escuchar el segundo grito de mi madre diciéndome que faltaban 10 minutos para que llegaran a buscarme, tomé mis cosas y salí corriendo.
Al entrar por la puerta principal vi a mis viejos compañeros, a mis amigas, a mis enemigas, al chico que me gustaba, a todos. Una sonrisa estúpida se formó en mi cara al ver a todos y recordar momentos vividos.
-¡Hola Juli!- me gritaron Agus y Brenda, inmediatamente me di cuenta que ellas eran quienes me gritaban, me di vuelta enseguida para saludarlas.
-Hola, no saben cuanto las extrañe- no me resistí a abrazarlas.
Entramos a clase, la primera materia, biología. Al pasar las horas, ya varios profesores se habían presentado.
-¡Mamá, llegué!-di un portazo, me regañaron por eso, pero no fue mi intención.
Me puse a hacer los deberes, si, el primer día ya haciendo deberes, pero no pude concentrarme, llamé a Brenda para salir, ella aceptó.
Hacía muchísimo calor; no sabíamos a donde ir, fuimos a una heladería de la zona ya que no teníamos muchas ganas de caminar.
Llegué a casa a las 8, mi madre me volvió a retar por no haber avisado a donde iba.
Las siguientes semanas se me hacían todas iguales, la misma rutina, la misma gente, lo mismo todo, no podía esperar a que fuese fin de semana para poder salir, o quien sabe que.

Capitulo II
Una noche tipica de Sábado estaba acostada en mi cama escuchando mi CD de La Vela Puerca, cuando de repente suena mi celular, no dí importancia a quien era y solamente atendí. Era Gustavo, el chico que me gustaba desde hace un año, les contaré un poco sobre el y luego sigo.
Gustavo iba a la escuela conmigo desde primero, desde los 6 años, era una persona importantísima para mi, era mi mejor amigo. Y de repente el año pasado, me comenzó a gustar cada vez más.
Como les estaba contando, tomé mi teléfono...
-Hola-dije algo confundida, usualmente nadie me llama.
-Hola Julia. ¿Cómo estas?- reconocí inmediatamente su voz.
-¿G-g-ustavo?- dije sonando como una completa estúpida, me quedé congelada-
-Si, jaja, estaba aburrido y queía hablar contigo-no supe que decir.
Luego comenzamos hablar hasta tarde, todos los días, a las 8.

Había llegado el tan odiado lunes, la relación con mis mejores amigas notaba que se estaba deteriorando, a lo largo de los días, las tres habíamos conocido a gente nueva, gente de otros departamentos que venían al liceo, como sea, no me sentía muy mal que digamos.

Le había prometido a mamá que este año me pondría las pilas, aun más que el año pasado, la pone muy feliz saber que me esfuerzo, aunque muchas veces nos peleamos. No me gusta pelearme con nadie, pero odio, odio, odio, con todo mi completo ser que me digan que lo que pienso está mal, cuando ya se que está mal.

Capítulo III

El Jueves tuvimos Sonora, la profe nos propuso unirnos a una especie de grupo de arte del liceo donde cada uno hacía y se expresaba como quería.
Con Gustavo decidimos entrar, quien sabe, por ahí nos servía. Decidimos entrar a la parte de canto, el era muy bueno a decir verdad.

Todos los lunes concurríamos a clases donde aprendíamos nuevas canciones, habíamos formado una banda ''40.40.14'', así nos habíamos llamado. Creíamos que era un buen nombre, sonaba lindo.
La profesora nos dijo que podríamos llegar muy alto si nos seguíamos esforzando, y fue eso lo que pasó.
Un sábado a la mañana mi madre recibió un llamado de la directora diciendo que iríamos a tocar en Colombia, en un recital donde cada banda desconocida se mostraba.
Luego de llorar todo un día suplicándole a mi madre que me dejara ir, dijo que hablaría con la madre de Gustavo.
A las 8, cuando Gustavo me llamó, me contó que el también le había suplicado muchísimo a su madre, pero a el si lo habían dejado. Al día siguiente nos juntamos los cuatro en un restaurante cerca de nuestras casas; olvidé mencionar que Gustavo es vecino mio, vive a aproximadamente una cuadra de mi casa.
Pasamos 3 horas ahí charlando, mi madre me dejó. Al despedirnos el le dijo a mi madre que el cuidaría muy bien de mi.
Se me hacía muy difícil estar sin mis amigas, así que decidí llamarlas para encontrarnos o salir de compras como lo solíamos hacer, en el camino les conté todo lo que me estaba sucediendo, toda esta cosa loca con Gustavo, ellas dijeron que estaban muy felices por mí, me divertí mucho esa tarde.

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